Me he pasado el verano en el agua. Tanto que me he convertido en sireno de río. Y hasta los escritos se me han hecho marinos.
La leyenda de Murgen
Murgen siempre había vivido rodeada de mar. Era el olor, el sabor y el sonido que la envolvía. Sus ojos ciegos, oscurecidos en las profundidades, no conocían otro mundo. Cada noche salía a escuchar la voz de las olas sobre las rocas y repetía sus cantos. A veces, en la negrura de la tormenta, los barcos encallaban y dejaban cuerpos esparcidos. Sus hermanas nadaban entonces en busca de los tesoros dorados que el mar les regalaba. Murgen, en cambio, escuchaba las historias de tierra adentro y añoraba otra vida.
Por eso visitó a la vieja del arrecife en busca de respuestas. Ella le habló de la Tierra y del amor, del engaño y de los hombres. Le explicó que sus ojos estaban sellados para no sentir el dolor de los colores y que pertenecía a los océanos.
Una noche subió a una roca y entonó su canción más triste. Ulises no pudo resistirse al canto y saltó del barco en el que navegaba. La hubiera acompañado sin dudarlo al fondo, pero ella llenó de amor sus pulmones y lo enredó en sus cabellos. Lo arrastró a la playa y se tumbó a su lado.
Aún a sabiendas de que las sirenas pertenecen al mar, respiró el sol en la cara y sintió la arena caliente en la espalda. Huyó de las algas. Olió el verano lleno de flores y jugo de abejas; Reconoció el ronco ir y venir del azul con su ribete blanco, las cosquillas de espuma en los pies y los gritos de las gaviotas cruzando el cielo, pero sus ojos seguían velados. Ulises quiso compartir su mundo y le besó los ojos. Murgen sintió latir su corazón azul y sus ojos recuperaron la luz. Y entonces el verde fue la mirada triste de Ulises en la que quiso deshacerse; el rojo, sus labios salados y carnosos y el negro, el carbón de su piel tirante. Conoció el dolor de los colores y se dejó morir en sus abrazos.
Esa es la historia que se cuenta de Murgen tierra adentro. Los marineros en cambio saben que arrancó las entrañas a Ulises y volvió al mar con sus ojos nuevos. Llenó los jardines de arrecifes de corales, de flores marinas y peces de colores, y dicen que en las noches de verano vuelve a tierra a tararear canciones nostálgicas por las tabernas, en busca de corazones con los que calentar su sangre.
My dear Spoty: mi incormpresible ausencia se compensa con esta panzada de selectas lecturas... Fantástico relato el de Murgen. Es usted mi poeta.