Otro libro que, como Mamá fue pequeña antes de ser mayor y Cosas que no hacen los mayores, habla de adultos y niños y cambio de roles es Si yo fuera mayor, un album 1965 de Éva Janikovszky ilustrado por Lázslo Réber y publicado en España por Silonia (2016).
Este album delicioso parte del enfoque contrario al de Mamá fue pequeña. Ahora, con unas ilustraciones sencillas e infantiles hechas a lápiz, es el niño protagonista el que se imagina como adulto
y nos aclara que por mucho que digan los adultos, ser mayor es mucho más divertido. Así, empieza a enumerar todas las cosas que pueden hacer y que a los niños le están prohibidas. Desde esa lógica, explica las contradicciones de los adultos y cómo le hacen sentir, junto a todas las cosas que haría, si fuese mayor.
El juego de la ironía y la crítica al autoritarismo es aquí mucho más sútil que en los otros dos, pero no por ello menos efectivo.
Tal y como dice Bergson en su estudio de la risa, la comicidad proviene del extrañamiento y la risa se produce en este caso al ver a un adulto comportándose como un niño que se mete en los charcos, camina hacia atrás o se pone guantes blancos para pasar las manos por todas las verjas.
La autora coloca al lector (niño) en una posición de superioridad y muestra como sería ser adulto sin dejar de ser niño y las situaciones chocantes son las que producen la risa.
Pero en este caso el autor se coloca en el lugar del niño a la vez que le anima a pensar sobre las normas y le presenta el punto de vista de los padres,
Los tres libros juegan con el intercambio de papeles y en los tres la risa viene del extrañamiento que se produce. Una madre hecha niña, unos adultos con comportamientos infantiles y un niño hecho adulto.
En todos hay una reflexión sobre la supuesta autoridad adulta y las normas de comportamiento que imponemos a los menores. Pero mientras que Mamá fue pequeña antes de ser mayor y en Si yo fuera mayor acaban en cierto modo reforzándolas (no cuestionan la necesidad de unas normas de convivencia) en Cosas que no hacen los mayores, aún sin probablemente quererlo, acaba negándolas. Y si bien fomentar un espíritu crítico, y hacer plantearnos actitudes autoritarias, incongruencias o la necesidad de determinadas normas socialmente aceptadas es algo necesario, no sé que validez puede tener un planteamiento infantil como el de Davide Cali del tipo "si los demás no cumplen las normas, yo tampoco", fuera de reforzar el individualismo.
Si nos fijamos en las fechas de publicación y los analizamos como reflejo de las sociedades y épocas en las que pertencen (1965, 1999 y 2019) podemos ver un cambio, (no sé si evolución) en los valores sociales y el concepto de infancia ¿cuáles son esos valores? ¿cuáles te convencen más? ¿a dónde nos llevan?
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